Un grupo de ciudadanos británicos instalados en Barcelona con ocasión de la Exposición Universal de 1888, se convierten en los sportmen que implantan en la ciudad las prácticas deportivas en boga en su país. El lawn-tennis no iba a ser una excepción. Aunque los primeros raquetazos se escuchan en jardines particulares, el desaparecido Velódromo de la Bonanova se convierte en el centro neurálgico del nuevo deporte.
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