En el cosmos depechero hay canciones e imágenes icónicas, que se convierten incluso en tatuajes. A esa categoría pertenece asimismo una cifra: ciento uno. Así se llamó el concierto que dieron ante más de 60.000 personas el 18 de junio de mil novecientos ochenta y ocho en Pasadena, Los Ángeles, y que dio lugar al documental con el mismo título, dirigido por D.A. Pennebaker. No es una exageración decir que aquella noche Depeche Mode conquistó América. Tampoco que aquella película hizo lo propio con nuevos fans de todos los rincones del planeta.
El mítico Rose Bowl fue el lugar que acogió a quienes presenciaron la primera actuación en directo de esas dimensiones protagonizada por un grupo de música electrónica. Desde entonces, toda vez que Depeche Mode sale de gira, es verano y actúan en un gran estadio, es una oportunidad de estar, de alguna manera, en aquel 101. Y anoche en Múnich (Alemania), volvió a pasar.
El Estadio Olímpico de Múnich fue el Rose Bowl y 64.000 personas lo comprobaron. La semejanza de ambos recintos es asombrosa, por la única grada que los conforma y se proyecta cara el cielo. El antaño fortín del Bayern de Múnich, sigue siendo todavía un especie de segunda vivienda para Depeche Mode cada vez que se asoman por Baviera. Por el hecho de que, con permiso de Estados Unidos., que es un país con talla de continente, en Alemania, aunque sean ingleses, ellos siempre juegan en casa. Acá dan más conciertos que en ningún otro territorio y tienen un incomparable poder de convocatoria: 8 espectáculos en el Memento Mori Tour, medio millón de entradas vendidas y un récord de 75.000 espectadores en Leipzig. Van a poner el cierre a su gira germana con dos noches en Berlín. Quién sabe si en la capital alemana —donde vivió Martin L….
