El anuncio de que Volkswagen planea cerrar tres fábricas en Alemania, decenas de miles de despidos y bajadas de sueldo del 10% a toda la plantilla ha caído como un jarro de agua fría, un shock colectivo. No podía ser menos en un lugar que se define como Autoland, país de coches. Aquí la industria automovilística es mucho más que un sector económico y la importancia de Volkswagen trasciende su cuenta de resultados o su número de empleados. El gigante del motor siempre fue un símbolo del poderío alemán. Ahora, convertido en el espejo de la crisis industrial del país, sus dificultades golpean donde más duele.
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Alemania teme las consecuencias de la victoria de Trump
La victoria del republicano Donald Trump en las elecciones presidenciales de Estados Unidos inquieta a toda la Unión Europea, pero especialmente a Alemania, que destina el 10% de sus exportaciones al mercado estadounidense, su primer socio comercial. Los economistas llevan semanas advirtiendo sobre un segundo mandato de Trump y las muy probables nuevas tensiones que se generarán. “Una guerra comercial entre EEUU y Europa podría suponer la pérdida de hasta 180.000 millones de euros para la economía alemana durante los cuatro años de mandato”, avisaba pocos días antes de la votación un informe del Instituto Económico Alemán (IW).
El republicano ha amenazado con aumentar los aranceles sobre las importaciones hasta el 10% o incluso el 20%, lo que “golpearía duramente a las empresas alemanas, especialmente a las de automoción e ingeniería mecánica, que son fuertes exportadoras”, aseguran los autores, para quienes la respueseta que plantea la UE -responder a las subidas de aranceles con subidas- “es la correcta. “Un contraataque perjudica más a EE.UU. que a la UE, argumentan. “En el mejor de los casos, la amenaza de represalias por parte de la UE podría ser suficiente para poner a Trump en su sitio”, afirma una de las autoras, Samina Sultan: “Además, ambos socios deben darse cuenta de que una asociación de iguales refuerza la posición los dos frente a China”.
El riesgo de que las políticas de Trump afecten a la economía del bloque es real, opina Carsten Brzeski, jefe de Macroeconomía del banco ING. “Una nueva guerra comercial podría empujar a la economía de la eurozona de un crecimiento lento a una recesión en toda regla”, asegura. Que podría adelantarse a finales de este año por la propia incertidumbre, a pesar de que los aranceles probablemente no empezarían a afectar a Europa hasta finales de 2025, explica.
“Alemania está tirando a la baja de los resultados económicos de la Eurozona en general: es una de las economías que menos crece, y eso que es la más grande”, señala Sander Tordoir, economista jefe del instituto de análisis Centro para la Reforma Europea (CER, por sus siglas en inglés). La manida frase de que “si Alemania estornuda, Europa se constipa” sigue siendo válida en las circunstancias actuales. “Desde los aranceles comunitarios al vehículo eléctrico hasta la oposición de Berlín a la adquisición del Commerzbank por el banco italiano Unicredit, el miedo a la desindustrialización está haciendo que Alemania se repliegue sobre sí misma en lugar de liderar a Europa hacia soluciones”, lamenta Tordoir.