Una niña de trece años marca el ciento doce para informar de que su padre acaba de acuchillar a su madre encinta de 9 meses en el jardín de su casa en Escalona, en Toledo. Mientras, un hombre de 37 está junto a un cadáver en un piso del distrito de Puente de Vallecas, en Madrid, el de la mujer a la que había apuñalado horas antes, la hija de su expareja y con la que sostenía una relación. Ella aún no había cumplido los veintiuno. Y 22 tenía la que unas horas después, en Benidorm (Alicante), caía al vacío desde un sexto piso en el que la policía había estado dos horas ya antes, alertada por un vecino que escuchó la discusión que se estaba generando entre ella y su novio, de la misma edad. No es morbo, es la realidad en menos de veinticuatro horas —entre el mediodía del miércoles y la madrugada de este jueves—, la de la violencia machista, que se ha extendido este diciembre en una concatenación de asesinatos, e intentos, que hacen del mes vigente el peor desde el instante en que se registran cifras, en 2003. Y el repunte ―una concentración de crímenes― más extendido en el tiempo.
Seguir leyendo