Tina Sutej, de Eslovenia, compite durante la final femenina de salto con pértiga en el Campeonato Mundial de Atletismo el domingo 17 de julio de 2022, en Eugene, Oregón. (AP Photo/David J. Phillip)
La emoción.
El deporte es el foro donde no se puede ocultar, donde los sentimientos que laten en el interior de alguien en un momento determinado -ya sean buenos o malos, alegría o dolor, alborozo o angustia, alivio o pesar- pueden plasmarse en una sola imagen.
Así fue con Lionel Messi, quizá el mejor jugador de fútbol de todos los tiempos, alzando por fin el trofeo de la Copa del Mundo para Argentina. La euforia, inconfundible.
La estadounidense Mikaela Shiffrin, tal vez la mejor esquiadora de todos los tiempos, sentada a un lado de la pista en los Juegos Olímpicos de Pekín después de esquiar en la primera carrera de eslalon, ocultando su rostro al mundo. La decepción, inconfundible.
Todo el mundo sabía lo que sentía en esos momentos.
A veces, funciona al revés. La imagen hace que el espectador también sienta algo. Como una imagen de alguien del equipo de Ucrania compitiendo en natación artística en los campeonatos del mundo de Hungría, con gotas de agua cayendo por todo el cuerpo mientras compite por un país devastado por la guerra. Se podía sentir el orgullo. O un plano de dos hombres en el suelo, intentando protegerse de un toro desbocado en Ciudad de México. Podrías sentir el miedo.
Capturar el momento no lleva más que una brizna de segundo, aunque la imagen vive para siempre. Y muchas de 2022 fueron sencillamente icónicas. Serena Williams en el punto de mira del Abierto de Estados Unidos, presumiblemente por última vez. Roger Federer, Rafael Nadal y Novak Djokovic conteniendo la emoción en la misma imagen en la Copa Laver, el último evento de Federer antes de retirarse, la enormidad de ese momento no se perdió en ninguno de ellos al darse cuenta de que la mayor rivalidad de tres cabezas que el deporte había visto nunca había terminado.
La imagen, como dice el tópico, dice 1.000 palabras. A veces, la imagen también es de las palabras.
“Soy un buen rizador. Tengo confianza. Vamos a divertirnos”, escribió la japonesa Satsuki Fujisawa en su mano derecha, en inglés, durante los Juegos Olímpicos de Pekín.
La afirmación debe haber ayudado; ganó la plata en los Juegos Olímpicos de Pekín, mejorando un puesto desde su medalla de bronce en Pyeongchang cuatro años antes.
Y muchos no necesitaron ninguna explicación adicional. Scottie Scheffler, alzando su putter hacia el cielo bajo el cálido sol de Georgia cuando ganó el Masters. Mike Krzyzewski, el entrenador de baloncesto universitario más laureado de todos los tiempos, sentado en un taburete junto a la cancha mientras dirigía a Duke en la Final Four por última vez. Anna Hall, lanzando los brazos al cielo al ganar la medalla de bronce en el heptatlón de los campeonatos mundiales de atletismo. Héctor Neris, de los Astros de Houston, saltando para celebrar que su equipo estaba a dos entradas de cerrar el partido contra los Filis de Filadelfia y ganar las Series Mundiales.
Los momentos fueron sólo eso, momentos. Este año ya pasó. El año que viene espera. Pero estas imágenes de 2022 perdurarán, un recordatorio eterno de lo que este año nos hizo sentir.