Arabia Saudí y los Emiratos Árabes Unidos (EAU) vuelven a hacer tándem en su propósito oficial de modernizar sus economías acelerando sus revoluciones tecnológicas y sus transiciones hacia las emisiones netas cero de CO2. Aunque en su trasfondo dejen traslucir episodios de lavado de imagen de inversiones y proyectos verdes que esconden, en realidad, transferencias de capital prioritarias de sus compañías energéticas hacia la industria de los carburantes fósiles.
Los petrodólares con los que se nutren sus onerosos presupuestos y sus fondos soberanos están detrás no solo de la adquisición al mejor postor de deportistas de elite a cambio de que participen en sus torneos alternativos, sino de sus proyecciones de marca-país vinculados a un crisol de hubs empresariales y financieros.
Una de sus últimas maniobras en esta dirección apunta al negocio de la Inteligencia Artificial (IA). Tanto Riad como Abu Dabi han activado sus instrumentos financieros soberanos para…