Delia Servin, de cincuenta y siete años, apunta sus gastos. “Lo hago todos y cada uno de los meses”, explica en su casa, con todos los tiques de junio y el cuaderno en el que toma nota de los importes sobre la mesa del salón. Es una estancia pequeña, un bajo con luz tenue en el barrio madrileño de Valdezarza. Su nuera, Paula Pérez, de 23 años, recuerda una anécdota: “Una vez fui con su hijo, mi pareja, a hacer la compra y se nos perdió el ticket. Nos dimos la vuelta para buscarlo por el camino hasta que lo hallamos en el suelo”, afirma entre risas, que se contagian a Delia. La extrema minuciosidad de esta trabajadora doméstica de origen paraguayo, que sirve a EL PAÍS para especificar de qué forma se evaporan sus ingresos, esconde un reverso terrible: el primordial motivo por el que lo hace es que, si bien trabaja casi a jornada completa, le cuesta muchísimo llegar a fin de mes. En el mes de junio se gastó 25 euros más de su salario, a pesar de que apenas invirtió en ocio ni sufrió imprevisibles.
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Formato:
Brenda Valverde Rubio
Diseño y dirección de arte:
Fernando Hernández
Desarrollo:
Carlos Muñoz