“Mirad, mirad los sostenes de Aurora”. Así cuentan los historiadores que un hombre, “un personaje tristísimo del fascismo ciudadano”, entró en un bar de Es Molinar (Palma) y, visiblemente feliz, sacaba un sujetador del bolsillo y anunciaba la muerte de Aurora Picornell, conocida popularmente como la Pasionaria de Mallorca. La noche precedente, víspera de Reyes de mil novecientos treinta y siete, los golpistas habían acribillado a balazos a la encargada de la organización de mujeres del Partido Comunista en Balears, hoy transformada en icono de la memoria histórica y del republicanismo. El relato acerca de de qué forma se difundió la noticia de su fusilamiento la recogió el historiador mallorquín Llorença Capellà en su libro Diccionari Vermell, en el que da cuenta de los pormenores que rodearon al asesinato de la componente comunista.
Este sábado, los restos de Picornell, de su padre, Gabriel Picornell, y de las otras 4 ‘rojas del Molinar’ fusiladas al lado de Picornell han sido entregados a sus descendientes en un emotivo acto en el que han estado presentes la vicepresidenta del Gobierno, Yolanda Díaz, la ministra de Igualdad, Irene Montero, y otras numerosas autoridades, aparte de familiares de víctimas represaliadas por el franquismo y una extensa representación del campo civil. Entre ‘vivas’ a la República y con el Himno de Riego de fondo, los féretros han presidido una ceremonia que ha llenado al completo el Conservatorio de Música de Palma: quinientos cuarenta personas han podido continuar el acto y más de 100 se han quedado fuera.
En un día histórico, el conseller de Transición Energética, Sectores Productivos y Memoria Democrática del Govern abalear, Juan Pedro Yllanes, anunciaba el pasado veinte de octubre la identificación por ADN de los restos de Picornell tras casi…
