En la pantalla aparecen unas monedas, poco más de un euro en conjunto. El sonido de la campanilla se funde con el del piano del hijo de Elena, que aplaude embelesada mientras lo ve tocar. Es una camarera que merced a la calderilla se ha podido permitir unas clases de piano para su pequeño, conforme la ficción de una campaña institucional del Gobierno de la Comunidad de la capital de España para animar a la población a dejar propina en los bares después de que su presidenta, Isabel Díaz Ayuso, se haya posicionado repetidamente en contra, hace apenas unos meses por última vez, de la subida del salario mínimo interprofesional.
“Son las clases de piano del hijo de Elena; es el regalo de cumpleaños con el que un año más Roberto ha vuelto a asombrar a Concha; son los estudios de Sofía para perfeccionar su inglés”, comienza el anuncio de la Consejería de Economía y Hacienda del Gobierno de Ayuso, que entonces, con una música triunfante de fondo, mantiene que “las propinas hacen posible esos pequeños sueños de quien nos atienden cada día”.
“Para nosotros es un pequeño gesto, mas para ellos es el pequeño gesto que les permite llegar a esas ilusiones tan precisas. Porque ha llegado a regresar a hacer sonar las campanas de nuestros bares y restaurantes. Volvamos a dejar propina”, solicita el spot promocional, que cierra con un hashtag “#yodejopropina”.
El Gobierno de Ayuso, que desde la pandemia se ha autoerigido en una especie de defensor de la hostelería, lanza esta campaña para mandar, se comprende, un doble mensaje: el personal del campo no está quizá bien pagado pero la responsabilidad no es del empleador sino…
