La maquinaria represiva iraní avanza sistemática pero ineficazmente en su intento de desmantelar las quejas que se suceden a diario desde el asesinato en una comisaría de la ciudad de Teherán el pasado dieciseis de septiembre de la joven Mahsa Amini, quien había sido detenida por la Policía de la Ética acusada de no llevar el velo islámico apropiadamente puesto. La brutal actuación policial y de cuerpos paramilitares del régimen ha sido reconocida oficialmente en una cantidad próxima a un escenario de guerra: trescientos muertos. Mas las cantidades que arguyen diferentes ONG se elevan por lo menos a cuatrocientos cincuenta y un número indeterminado de heridos. A todo ello se suma una masiva sucesión de condenas a muerte.
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