El pueblo alemán de Forst, con sus casi dieciocho habitantes, no solía salir en las noticias. Situado al sur del land de Brandeburgo, es un pueblo fronterizo como otro, con el trasiego frecuente de habitantes de uno y otro lado del río Neisse, que en este territorio marca la frontera natural con Polonia. En los últimos meses, sin embargo, Forst acapara titulares relacionados con la crisis migratoria que, como sucedió con la de los asilados de 2015, vuelve a poner en tensión al país.
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