La UE está extremadamente preocupada por el golpe militar en Níger, considerado el último asociado de occidente en la zona del Sahel, asolada por el apogeo del extremismo. El presidente, Mohamed Bazoum, apartado por un conjunto de altos cargos militares, continúa detenido por miembros de su guardia de seguridad, conforme fuentes comunitarias, y medran los temores de que Níger, un país de 25 millones de habitantes, se sume a los Estados de la región gobernados por juntas militares, como Malí o Burkina Faso, en un entorno de autócratas apoyados de forma directa o de forma indirecta por el Kremlin. Aparte de la crisis humana y la inestabilidad para una ciudadanía que ha sufrido de la violencia extremista a lo largo de años, Bruselas se teme que Rusia aproveche la asonada militar para extender sus tentáculos en la región y aumentar su influencia en el Sahel, donde ya opera el grupo de mesnaderos Wagner, conforme apuntan altas fuentes comunitarias.
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