Ha sido una de las negociaciones más duras del último año: la nueva disciplina fiscal con la que los países de la UE tendrán que encaminarse a cumplir con los compromisos de déficit y deuda pública del 3% y el 60% respecto al PIB, respectivamente. Con el fantasma de la austeridad de la crisis financiera aún planeando, se han medido hasta las comas para encontrar un equilibrio que satisficiera las exigencias de Alemania y los frugales y sirviera para los países del sur, como España e Italia. Estas son las claves del acuerdo para el Pacto de Estabilidad y Crecimiento que se cerró en la madrugada del sábado.
Cuando el coronavirus llegó a Europa en 2020, la reacción de la UE fue radicalmente opuesta a la de la crisis financiera: se suspendió el Pacto de Estabilidad y Crecimiento y se abrió el grifo del gasto público para hacer frente a la inédita situación que paralizó prácticamente la economía mundial. Los gobiernos pudieron endeudarse para hacer frente a las consecuencias económicas y sociales de la pandemia. La situación se mantuvo…