Tras una primera etapa de relativa normalidad democrática que duraría unos tres años, el gobierno fascista italiano planteó un escenario totalitario a partir de 1925. “Todo para el Estado, nada fuera del Estado, nada contra el Estado”, sentenció el propio Mussolini. El poder en Italia acabó concentrándose en el Partido Nacional Fascista (PNF) como partido único y, especialmente, en su líder máximo.
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