Sin ver ni oír, cinco usuarios del centro Santa Ángela de la Cruz, el único para sordociegos de España, han participado en la última edición de la carrera nocturna del Guadalquivir. No es la primera vez que lo hacen, pero sí la primera tras la pandemia, como notifican desde la Asociación De España de Familias de Personas con Sordoceguera (APASCIDE), que respalda a este colectivo cumpliendo así con su principal objetivo: conseguir que las personas con sordoceguera “lleven una vida digna, formen una parte de la sociedad y sean felices”.
Pero más allá del disfrute personal que les produce prepararse para esta prueba, con su presencia en un acontecimiento popular como este se logra también “sensibilizar a la sociedad” de una realidad invisible a ojos de la mayor parte. Así pues, los cinco participantes del centro han vuelto a calzarse sus zapatillas y a superarse a sí mismos, al completar los ocho con cinco kilómetros que comprende la prueba.
Para ello, han empleado las llamadas “barras direccionales Mariam”, el medio de movilidad esencial para deportistas ciegos y con diversidad funcional visual. Aunque en apariencia pueden resultar muy simples, desde APASCIDE aseguran que “se han mostrado de una grandísima utilidad”. Ya antes de incorporarla a su centro, la asociación de personas con sordoceguera probó diferentes herramientas, mas fue en 2016 cuando conocieron las barras direccionales que emplean los deportistas ciegos para efectuar senderismo en la montaña. Así que decidieron adoptarlo, mas dándole una vuelta de tuerca más para amoldarla al caso específico de las personas con sordoceguera.
“A diferencia de las personas ciegas, tal y como se ideó originalmente, los atletas con sordoceguera precisan comunicarse a través del tacto, puesto que no pueden percibir comunicación por canales orales”, lo cual exigía dotar…
