Todos los años los Reyes Magos recorren miles y miles de quilómetros desde el lejano Oriente para dejar bajo el árbol los regalos anhelados por quienes se han portado bien. La senda que siguen Sus Majestades, no obstante, es inescrutable. Tanto que en ciertas ocasiones la estrella los ha llevado de forma directa al juzgado o han terminado entregando lignito, mas no por mala actitud necesariamente de los destinatarios, sino más bien por ignorancia.
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