Rafael París, un maestro jubilado de 64 años, hizo una mudanza junto con su mujer el pasado verano. Una vivienda a estrenar en El Cañaveral, uno de los desarrollos que crecen en el sureste de Madrid, muy cercano a Coslada, donde vivía antes. Pero las cosas han resultado muy diferentes al vídeo promocional que les enseñaron al comprar el piso: “Yo estoy muy contento con mi casa de puertas adentro, pero ahora la tienda más cercana que tengo está a 20 minutos andando, el médico lo sigo teniendo en Coslada y voy a mi antiguo barrio a muchas cosas”, relata. “No es agradable, no es cómodo, es un lugar a medio hacer”, remata. Pero lo que más le molesta es la sensación de que no se trata de una cuestión coyuntural, sino de un modelo de hacer ciudad, el de los PAU o proyectos de actuación urbanística: “Es especulación pura y dura en la que las dotaciones son lo que menos importa”, continúa, “un truco maravilloso en que todo el mundo gana, salvo el vecino”.
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