Pensar regalos para los seres queridos en las Navidades puede ser un foco de ansiedad: las dudas sobre cómo encajará la otra persona el detalle o qué pensará de nosotros siempre forman parte de las deliberaciones a la hora de elegir. Queda la opción de ir a lo práctico y regalar aquello que sabemos que será útil para cualquiera, como unos calcetines o un pijama, aun con miedo a resultar los más sosos del mundo. Un libro de autoayuda o una taza con la inscripción Mejor Padre del Mundo también son opciones que, según el contexto, pueden hacer su función cuando lo que se busca es solo cubrir el expediente. De hecho, a veces es mejor ser poco imaginativo con los regalos que pasarse de ocurrente regalando a un familiar, una amistad o una pareja algo gigantesco que no tenga dónde meter o le cree quebraderos de cabeza y estrés; como el que probablemente sintiese Kim Kardashian cuando cada dos días se despertaba descubriendo que su antigua pareja Kanye West le había hecho titular de 10 restaurantes de Burger King o encargado un holograma de su padre muerto.
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