El aceite de oliva se ha transformado en el producto más caro de la cesta de compra. Una escalada de precios que está lejos de tocar techo y que no solo tiene una derivada en los consumidores y en sus preferencias y posibilidades en el momento de decidir qué adquieren y en qué establecimiento. En el otro extremo de la cadena de producción, en el de los olivareros, envasadores y comercializadores de esta grasa vegetal, asimismo se han producido cambios.
En los últimos años, los fondos de inversión se han posicionado tanto en el campo como en las empresas alcuzas. Una situación que ha ido a más en los últimos meses y que, de manera previsible, seguirá incrementándose dada la rentabilidad del ‘oro líquido’.
Este desembarco de los fondos tiene diferentes ramificaciones. Por una parte, el de las empresas comercializadoras de aceite, que fue el primero donde pusieron el foco. Ahí está CVC, que hace prácticamente una década se convirtió en dueño de Deoleo, propietaria de marcas como Carbonell, Koipe y Hojiblanca. Por otro lado, han apostado por el campo, por comprar…