Dani Rodrik (Estambul, Turquía, sesenta y seis años), maestro de Economía Política en Harvard y premio Princesa de Asturias de Ciencias Sociales dos mil veinte, confiesa que no sabe el aspecto que va a tener la globalización en el futuro, mas maneja tres opciones: la buena, la fea y la mala. Él elige una en dependencia de lo optimista o fatalista que se levante. En la opción mejor (a las otras no les quiere dar mucha importancia), las naciones reequilibrarán sus prerrogativas en una suerte de vuelta al espíritu de Bretton Woods. Un reequilibrio que, dice, se está dando en EE UU con la política de la Administración de Biden. En el peor escenario, la globalización seguirá viéndose como la veían políticos como Bill Clinton, como un fenómeno que no se puede detener ni supervisar en el que hay un buen número de perdedores. Invitado a vocalizar una conferencia en el Foro de discusión La Toja, que esta semana se celebró en la isla pontevedresa, Rodrik piensa que EE UU tiene que dar espacio a China en vez de buscar su dominio constante, y alerta a su vez de que el país asiático no puede estar sometido al dictado monopolístico del Partido Marxista si quiere una economía moderna y diversificada.
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