Cuando prohíben algo, prácticamente como por arte de magia, semeja que la atención se centre sobre ello. Procuran ocultarlo, censurarlo, borrarlo de la faz de la tierra y no dejar rastro y, en cambio, generan el efecto contrario: que todo el planeta hable sobre ello. Desde unas imágenes de Beyoncé a la polémica de Pablo Motos respondiendo a la campaña de Igualdad. Es el denominado fenómeno Streisand, que surge cuando la pretensión por censurar un asunto consigue el resultado contrario al deseado, poner el foco sobre él.
Todo se remonta a 2003. Cuando la superestrella Barbra Streisand, la que en mil novecientos setenta y siete obtuvo el Oscar por la composición de Evergreen, la canción de Ha nacido una estrella, denunció al fotógrafo Kenneth Adelman argumentando que había violado su privacidad con una fotografía en la que se veía su mansión en California. Formaba una parte de una serie de unas doce.000 imágenes que Adelman había publicado en su web para documentar los efectos de la erosión y el desarrollo inmobiliario en el litoral californiano. La estadounidense, aparte de perder la denuncia, debió cubrir los costos legales del fotógrafo. No solo eso, y es que pese a su empeño por quitar la imagen y no dejar rastro de ella, la fotografía se hizo viral y su mansión se pudo ver en el mundo entero. Sin ir más allá, el sitio web del fotógrafo registró en solo el mes de abril de ese año unas 420.000 visitas.
La esencia del humano es la curiosidad. Y esto se acentúa cuando hallamos expresiones como el secreto o la censura
El efecto Streisand nunca abandona a los famosos. De hecho, los envuelve como una sombra que no se desprende de ellos. Cualquier comentario o aportación sacada de sitio en redes sociales puede provocar un tsunami en la reputación de un renombrado, aun aunque lo quieran ocultar. Y es que las redes sociales no han ayudado a silenciar aquello que los conocidos desearían desamparar en un cajón vacío. Para Silvia Martínez, directiva del Máster de Social Media de la UOC, la esencia del humano es «la curiosidad». Y, además de esto, «esto se acentúa cuando hallamos determinadas expresiones que son secretas o están censuradas. Nos hace una llamada a la acción, ir en contra de esa censura y asistir a que ese contenido llegue a más gente, compartirlo y divulgarlo», explica.
Ya no solo es esa curiosidad innata que nos caracteriza, la que nos mueve, sino que haya ciertas noticias que tienen más papeletas para ser víctimas del efecto Streisand. Martínez no piensa que tengamos una adicción a lo prohibido, pero sí a lo que nos produce «curiosidad». «Si no quieres que se sepa, entonces piensas: ahora lo voy a saber», explica. «Los factores son muchísimos», explica la profesora. «Hay determinadas cosas que marchan más o menos en redes sociales, depende de la hora a la que se publique, va a haber más o menos gente conectada, o formatos a los que los algoritmos dan más importancia», relata. Pero aquellos temas que están enfocados a las emociones, son sobre todo, los que generan enfrentamiento, despiertan curiosidad y entretienen. Un mix perfecto para que se de el fenómeno.
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Pero para hacerse viral es esencial que el contenido cree una reacción. Los que se consumen de manera rapidísima asisten, «eso implica una acción del usuario», explica Martínez. Un tema problemático hace que se pueda producir un «a favor o en contra», y «cualquier contenido que genere polémica va a motivar algún género de reacción», asevera. Es el caso de Pablo Motocicletas y su enfrentamiento con el Ministerio de Igualdad. El comunicador de El Hormiguero fue Trending Topic durante varios días tras contestar a la campaña de Igualdad que lanzó con ocasión del 25N, Día Internacional para la Supresión de la Violencia contra las Mujeres, bajo el nombre «¿Entonces Quién?». En ella, aparentemente mostraban una escena de un programa de T.V. cuyo presentador barbudo podría ser Pablo Motocicletas cuando le preguntó a Elsa Pataky por su lencería en El Hormiguero.
El problema que tenemos con todas las posibilidades digitales es que es difícil acallar algo que se quiere ocultar
Pablo Motos utilizó su programa para dar altífono y contestación al contenido, y «lo que consiguió en redes sociales fue ponerse en evidencia», comenta Martínez. Los usuarios comenzaron a compartir casos concretos en los que se mostraba al comunicador con ciertas convidadas y cómo se comportaba con ellas. En un caso así, «se dan varios factores a la vez», explica la maestra. «No solo estaba el deseo de esconder de un personaje público muy conocido, sino estábamos en un instante en el que justamente las actuaciones del Ministerio de Igualdad se estaban moviendo en un terreno controvertido por la ‘Ley del sí es sí‘.
«Este es un caso interesante por la confluencia de factores, mas hay considerablemente más en la historia», asegura Martínez. Lolita, la novela que sorteó la censura en varios países, consagró a Vladimir Navokov como uno de los autores más conocidos de la historia. Unos 60 años después, la historia se volvió a reiterar con Fariña, el libro de Nacho Carretero sobre el narcotráfico gallego en la década de los ochenta y los 90. El ensayo periodístico fue retirado de la venta como medida cautelar por la demanda presentada por el exalcalde de O Grove José Alfredo Bea Gondar, contra Carretero y su editorial, Libros del KO. Aunque, finalmente, no se pudo acallar. De hecho, el comienzo del secuestro prácticamente coincidió con el lanzamiento de la serie.
«El problema que tenemos con todas las posibilidades digitales es que es bastante difícil acallar algo que se quiere ocultar», explica Martínez. Sin ir más lejos, en 2013, por poner un ejemplo, el portal Buzzfeed.com fue contactado por un representante de la vocalista estadounidense Beyoncé, que pidió al medio que retirara unas imágenes suyas «poco favorables». El portal se negó y, por si fuera poco, creó una galería de fotografías titulada «Las fotografías ‘poco favorables’ que el publicista de Beyoncé no quiere que veas». La galería generó tanto interés que las imágenes acabaron convirtiéndose en material de memes, lo que precisamente deseaba eludir el equipo de la cantante. Es algo que, conforme cuenta Martínez, «ha pasado siempre». Cuando ciertos libros están prohibidos en múltiples países, se anuncia como «el libro prohibido», «la película que no se ha podido ver en tal sitio», cuenta la maestra. «Se apela a esto como un elemento más para llamar la atención», añade.