Las pancartas eran grandilocuentes: “Consumado el golpe, estalla la revuelta”. Pero el estallido no llegaba a petardeo a las 19h en los arcos de Moncloa de Madrid, donde el sindicato Solidaridad, afín a Vox, había convocado a los trabajadores capitalinos para una manifestación que pusiera el colofón a una masiva huelga contra la amnistía a los políticos catalanes del procès y el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez. Pero al igual que la huelga apenas tuvo seguimiento, la marcha distó de ser un éxito, con apenas 3.000 participantes, según la Delegación de Gobierno. La protesta acabó junto a Ferraz con una expresión más folclórica que reivindicativa: un hombre asando chorizos rodeado de banderas de España.
A primera hora había cierta confusión entre algunos de los presentes que esperaban tranquilamente en las escaleras del Cuartel General del Ejército del Aire y del Espacio, con su avión de caza tras la verja, pintado a juego con las banderas de España que empezaban a aflorar. “La huelga es a las ocho”, trataba de razonar una mujer con su acompañante, ajena a las particularidades del horario laboral español. “Si somos muchos cortaremos los dos sentidos”, planeaba un miembro de la organización, optimista. Finalmente fueron dos carriles (de seis) y unos 160 metros de vía los que ocupó la manifestación a su paso por la calle Princesa.
Abundaban entre el gentío los vendedores de banderas, en línea con el carácter cada vez más distendido de las movilizaciones, que en fechas recientes vienen deviniendo a última hora en botellón. Se mantienen, no obstante, los cánticos agresivos, instalados en el insulto: al presidente del Gobierno, a su esposa, al ministro de Interior, a los rojos o a Carles Puigdemont (pronúnciese ‘puij-demón’),…