Desde el balcón contemplo el tiempo que pasa, las hojas de los árboles caen y, en las ramas desnudas, los nidos de las garzas ya se pueden ver. En los cipreses de la casa de al lado se abrigan los pájaros pequeños que no se han ido aún, o tal vez no se irán este año. Hace frío, ahora sí, el invierno ha llegado de verdad y la luz suave hace su camino iluminando las casas de manera delicada. Desde el balcón oigo cantar la tórtola y quizás el cuco, más discreto.
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