La subida abrupta de tipos del Banco Central Europeo (BCE) en el último año ha tenido múltiples efectos. Por un lado, se está reduciendo la inflación, como se pretendía, aunque de paso se frena la economía y se ha provocado un endurecimiento del crédito. El sector financiero, mientras, engorda su cuenta de resultados al recobrar ingresos recurrentes que se habían difuminado a lo largo de la era de tipos cero o negativos. En el caso de España, el margen prosigue medrando fuertemente por el hecho de que la banca no está trasladando con la misma intensidad la nueva política monetaria a los depósitos de las familias.
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