Europa se preparó en verano para el peor escenario: apagones, falta de suministros, estanflación… Pero sorteó el orificio más negro. Entonces se preparó para una recesión, aunque fuera técnica (dos trimestres seguidos con datos negativos de desarrollo). Las previsiones macroeconómicas de otoño apuntaban a números colorados en el PIB de algunos países, como Alemania, considerado el motor del continente. Pero asimismo ese escenario se ha sorteado y la estimación es que se producirá un crecimiento, si bien limitadísimo (un 0,8 por ciento en la UE y un cero con nueve por cien en el caso de la zona euro). Sin embargo, las cosas tampoco están para echar las campanas al vuelo: hay una serie de factores que fuerzan a mantener la alarma.
“No decimos que estemos frente a un periodo de desarrollo extraordinario, mas tenemos que ser siendo consciente de que la situación es mejor de lo que se aguardaba”, expresó el comisario de Economía, Paolo Gentiloni, al terminar la reunión con los ministros de la eurozona; mas en cualquier caso hizo un llamamiento a la prudencia: “Confianza prudente”….