El Banco Central Europeo (BCE) está combatiendo contra la inflación en la eurozona en dos frentes: con las subidas de las clases de interés oficiales (su herramienta más visible por su impacto en el encarecimiento de las hipotecas y del resto de préstamos) y con la extinción de las compras de bonos de deuda pública (de los estados) y corporativa (de las empresas no financieras) en los mercados, que es otra forma de acrecentar los costos de la financiación.
Concretamente para las compañías, el golpe del BCE es doble. Por una parte, los bancos elevan el costo de los préstamos nuevos y de los que ya tengan y quieran refinanciar, y asimismo endurecen los requisitos para solicitarlos. Por otra parte, desaparece la fuente de financiación que ha supuesto la presencia del banco central en los mercados financieros ‘creando’ dinero y comprando bonos desde dos mil dieciseis, y con mayor intensidad desde 2020 como contestación a la pandemia.
El objetivo final del BCE es ahogar a la economía para moderar así las subidas de precios. Aparte de deteriorar la capacidad de consumo y…