Los lugareños se acercaban al lugar de la tragedia, al punto exacto en el que cambió para siempre la historia del atletismo. Con caras largas, algunos con lágrimas, la muchedumbre se amontonaba en torno a un amasijo de hierros, lo que quedaba del coche donde Kelvin Kiptum perdió la vida, junto a su entrenador Gervais Hakizimana, tras salirse de la carretera, chocar contra un árbol y caer en una zanja. Muchos de los que veían al plusmarquista mundial de maratón (2h00m35s) entrenar por esas carreteras, cerca de su pueblo natal, ahora se unían a la conmoción de todo Kenia, cuna de los mejores fondistas.
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