España tiene una oportunidad de oro con las renovables: para reducir su huella de carbono —el principal objetivo de la transición energética—, para disminuir su dependencia y su factura energética —los combustibles fósiles son el componente que más pesa en el déficit comercial— y para, por qué no, atraer actividad de firmas industriales extranjeras que pagan millonadas en la factura de la luz. Aunque la buena marcha del mercado laboral es generalizada, ese apogeo de la solar y la eólica comienza a dejar su huella como uno de los primordiales motores del empleo, atrayendo, también por lo económico, al talento: los puestos más buscados del sector son remunerados con entre treinta y cinco y 100.000 euros anuales, en función de la experiencia y la responsabilidad, según la última encuesta salarial de la asesora laboral Walters.
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