El mercado inmobiliario ha subido como la espuma. Los costes de la vivienda rozan máximos históricos, las compraventas acarician niveles récord, con más de seiscientos operaciones entre enero y noviembre, el mejor registro desde 2007. Los alquileres están por las nubes y las hipotecas se han encarecido al ritmo más veloz en más de dos décadas. Esta euforia, que tanto recuerda a la temporada preburbuja, mas con la lección grabada —¿y aprendida— en la retina, también se ha visto reflejada en los ingresos fiscales vinculados a la vivienda: la recaudación por el impuesto de transmisiones patrimoniales y actos jurídicos (ITP y AJD), en mano de las comunidades, se disparó el pasado ejercicio a niveles de hace 15 años, antes del gran pinchazo. Los expertos en la materia apuntan a otro elemento que ha podido engordar las cifras: los cambios en materia tributaria, tanto recientes como viejos.
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