El ámbito exterior español está capeando con robustez la policrisis de la guerra de Ucrania, la falta energética, la inflación, la ralentización de la demanda global, los inconvenientes de suministros o la salida de la covid. Pese a pagar 45.000 millones más al extranjero por la factura energética, el saldo con el exterior se mantuvo prácticamente igual en dos mil veintidos. La balanza por cuenta bancaria —que incluye el comercio de recursos y servicios y las rentas— exhibió un superávit con el exterior de unos once y ochocientos millones, tenuemente por debajo del 1 por ciento del PIB. Se trata de exactamente la misma cifra del año anterior pese a tener que dedicar unos tres puntos del PIB más a las importaciones de energía.
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