España lleva camino de convertirse en un desierto industrial. El sector manufacturero perdió 350.000 afiliados desde la crisis de 2008, quedándose en 2,38 millones, lo que contrasta con los casi tres millones de empleos ganados en el mismo periodo en los servicios, al pasar de 13 a 15,9 millones de ocupados. Las cifras constatan que somos un país de servicios y explica la caída de la productividad y el estancamiento secular de la renta per-cápita frente a nuestros vecinos europeos.
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