El aroma resulta familiar. Una entidad financiera no demasiado famosa entra en crisis. Las autoridades llaman a la calma. Los bancos centrales se movilizan. Los inversores procuran cobijo. Las Bolsas caen. Los bonos suben. El oro, asimismo. Huele, en suma, a crisis financiera. De qué forma de profunda sea esa crisis y cuánto afecte a la economía real este episodio marcado sobre todo por la caída de Silicon Valley Bank es lo que aún se desconoce, mas los efectos ya son palpables en los mercados, en las esperanzas de subida de las clases de interés y hasta en el alegato político.
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