Los ya clásicos titulares sobre el récord de vuelos en un día no se leen igual si tienes previsto ir en uno. Así que, desde hace años, voy a Mallorca en barco. Los aeropuertos me generan tanto estrés que no quiero empezar mis vacaciones en ellos, mucho menos acabarlas. Todo es exasperante, desde pasar el control de seguridad hasta los retrasos, muy superiores a la media hora que separa Palma de Barcelona. Ya compras los billetes pensando en el por si acaso (por si acaso sale tarde, por si acaso hay atascos). Calculas cada pieza del equipaje (no lo cargues de libros), sufres por si hay overbooking, por si cancelan el vuelo, por si la maleta tiene que ir en la bodega y acaba en Düsserdorf, o sale la última en la cinta transportadora y pierdes la conexión con el bus al pueblo y te quedas tirada. Todo eso me ha pasado alguna vez.
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