Desde que dejó Catalunya, Carles Puigdemont ha perseguido dos objetivos con el propósito final de ser restituido como presidente de la Generalitat. Uno, que las instituciones europeas y la política rectificaran las sentencias de los tribunales españoles sobre su actuación en octubre de 2017, asumiendo que no hizo nada ilegal, sino cumplió aquello que “el pueblo de Catalunya” le pidió —el referéndum y la proclamación de la República. El otro, imponerse con claridad en ERC y doblegar su voluntad, entendiendo que Esquerra le fue desleal entonces.
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