De armonizar a deflactar. El lenguaje del debate político este año ha vuelto a tener mucho protagonismo fiscal. El problema de la inflación ha llevado a los partidos políticos y a las distintas administraciones a plantear sus respectivos modelos tributarios, sin que se vislumbre una puesta en común. El Gobierno, que preveía al comienzo del año afrontar una reforma fiscal ambiciosa, ha tenido que cambiar sus planes para adaptar con medidas temporales los impuestos a la presión de la subida de precios. Así lo ha hecho hasta los últimos días del ejercicio: desde nuevas imposiciones a rentas altas y grandes empresas a rebajas tributarias a la electricidad o los alimentos.
Ningún gran impuesto ha esquivado este año este debate y, prácticamente todos tienen novedades para el próximo año. Sin embargo, el modelo autonómico con una fuerte cesión tributaria hace que se hayan dibujado en el mapa caminos en sentido contrario. El año había comenzado sin grandes novedades fiscales. Los Presupuestos no incorporaron medidas tributarias de calado, todo se había dejado para más adelante. Sin embargo, de aquel comienzo de año…