Hay un haz de luz que ha viajado más de uno.400 millones de años para llegar a nuestros sensores. Esta luz procede de la galaxia más antigua y distante detectada hasta ahora y se lo debemos al telescopio espacial James Webb, propiedad de la NASA.
Esto ubica a la observación en los comienzos del universo, poco más tarde del Big Bang, un periodo de tiempo en el que el cosmos aún estaba nebuloso y sombrío y los primeros rayos de luz penetraban en la obscuridad.
Las largas observaciones espectroscópicas del James Webb son tan detalladas que los investigadores no solo pueden medir la distancia que ha recorrido la luz de estas galaxias, sino que asimismo pueden colegir ciertas de sus propiedades.
“Por primera vez, hemos descubierto galaxias solo trescientos cincuenta millones de años tras el Big Bang, y podemos estar totalmente seguros de sus fantásticas distancias“, asevera el astrónomo Brant Robertson, de la Universidad de California en Santa Cruz.
El espacio al alcance de la mano
Una de las mayores esperanzas depositadas en el James Webb era poder observar el cosmos más temprano que nunca. Y es que nuestra comprensión de los primeros mil millones de años tras el Big Bang es exageradamente limitada.
Tenemos modelos que describen de qué forma se desarrollaron los acontecimientos. Pensamos que, antes de que nacieran las primeras estrellas, el universo estaba lleno de materia opaca; cualquier luz se desperdigaba por los electrones libres y no podía fluir con libertad.
Estas partículas se combinaron gradualmente para formar hidrógeno neutro; cuando comenzaron a formarse las estrellas, ionizaron el hidrógeno y brilló la luz. Este proceso se completó unos mil millones de años tras la aparición del universo.
La luz de estos objetos es muy enclenque, ya que ha viajado desde muy lejos. Y, debido a la expansión del cosmos, se ha estirado significativamente cara el extremo más largo y rojizo del fantasma, un fenómeno conocido como desplazamiento al rojo.
Las dos galaxias del Hubble tienen desplazamientos al colorado de 1.,38 y 1.,58. Los nuevos descubrimientos del James Webb tienen desplazamientos al colorado de uno,63 y uno,20, lo que equivale a unos uno.500 millones de años-luz.
Esta luz podrá decirnos mucho sobre las condiciones del universo primitivo y sobre de qué forma se formaron las primeras estrellas y galaxias. La NASA cada día está más cerca de descubrir el origen del cosmos.