La muerte de Benedicto XVI, el primer papa de habla alemana de la era moderna, ha generado en su país un alud de mensajes de condolencia y de reconocimiento a su figura como teólogo y responsable de dar forma a la Iglesia católica de las últimas décadas. Mas la comunidad católica alemana, que en dos mil cinco festejó con entusiasmo la elección del cardenal Joseph Ratzinger, tiene también muy presente el escándalo de los abusos en el clero en el que se vio envuelto durante su papado y, personalmente, casi al final de su vida. Su papel en la mayor crisis que ha vivido la Iglesia católica proyecta sombras sobre su legado.
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