Y al sexto día, cambió el relato. La gratitud del presidente de la Generalitat Valenciana, Carlos Mazón, se tornó ayer en reproche al decidir mutar de estrategia mediática y empezar a señalar a los estamentos dependientes del Gobierno (La Confederación Hidrográfica del Júcar (CHJ), y la Unidad Militar de Emergencias) como responsables de sus fallos en la gestión de la crisis y a reclamar al Ejecutivo ayudas equivalentes a todo el prespuesto autonómico. Mazón se equiparaba con el ataque a su jefe de filas, Alberto Núñez Feijóo, que, sin embargo, decidió adelantarle por la derecha y elevar el órdago al Gobierno de España pidiendo la declaración de emergencia nacional, un estadio que supondría quitarle el mando al dirigente valenciano. Al cambio de estrategia y al envite de Feijóo se unió el malestar que el giro de guion provocó en una parte de quienes dirigen los servicios de emergencia. Con esos mimbres, un dirigente del PP se conformaba anoche con compartir la responsabilidad de los muertos con el Gobierno, mientras miles de efectivos y voluntarios seguían achicando agua de aparcamientos subterráneos y sacaban el barro y el fango de viviendas y calles. La búsqueda, de momento, ha elevado en uno el número de fallecidos, 211, aunque sigue sin conocerse la cifra de denuncias de desaparecidos.
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