La política ha dejado paso a la catarsis colectiva en el PSOE. Los dirigentes y los simpatizantes han compartido en la calle Ferraz la angustia de ver cómo su líder, Pedro Sánchez, se está planteando seriamente la dimisión por la presión sobre su esposa, Begoña Gómez, y han tratado entre todos de convencerle de que siga. El Comité Federal ha acabado con la dirección en la calle, entre lágrimas de la mayoría de los ministros ―entre ellos Óscar Puente y Félix Bolaños, ambos con los ojos enrojecidos― de los cuadros, de la cúpula del poder del partido, mientras miles de simpatizantes, con gritos de “¡No pasarán!”, animaban a los políticos, hundidos ante la posibilidad de que Sánchez deje el poder y les suma en una crisis de consecuencias impredecibles en un partido que no ha preparado la sucesión de un líder que ocupa casi todo el espacio desde 2014.
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