El mercado del petróleo atraviesa uno de esos momentos excepcionales que mantiene el precio del barril en un escenario relativamente estable. A pesar del alto voltaje geopolítico, de las dudas inflacionistas sin resolver que retardan el abaratamiento del dinero de los bancos centrales y de los problemas del comercio y la logística global, el crudo exhibe una sorprendente docilidad que se justifica con pura aritmética del mercado. La estabilización de su cotización responde, irónicamente, a un equilibrio -eso sí, nada sencillo- entre las dinámicas de la oferta y la demanda.
Una de las explicaciones más convincente sea la que aporta Daan Struyven, responsable de análisis petrolífero en Goldman Sachs: “Solo EEUU produce tanto crudo como Rusia y Arabia Saudí de forma combinada en la actualidad”. El estatus estadounidense como primer exportador neto de crudo que la Casa Blanca ejecuta desde la crisis de 2008 abriendo temporalmente sus reservas estratégicas e impulsando el fracking -la extracción de oro negro por el peligroso y nada ecológico método de la fracturación hidráulica- “ha proporcionado otro grifo de oferta, un mecanismo de ajuste al sistema…