El trabajo, motor de la actividad productiva, cada vez se explica con menos certezas. Está en cuestión el espacio en el que se desarrolla, con el teletrabajo convertido en objeto de deseo para los trabajos de oficina tras una pandemia que demostró que funciona. Asimismo cuánto tiempo dura la jornada, por una mejora exponencial de la tecnología que no ha cambiado las 40 horas vigentes desde hace un siglo. No está claro para quién se trabaja, ante la pujanza de plataformas (como Uber o Glovo) y de las plantillas compuestas por empleados de la casa y externos. Está en tela de juicio incluso la idea de que hay que trabajar para vivir, teniendo presente que en algunos ámbitos cada vez existen menos puestos a repartir y las rentas básicas echan raíz en múltiples países. Para responder a estas y otras preguntas EL PAÍS empieza una serie de reportajes sobre la redefinición del trabajo, uno de los primordiales desafíos de la sociedad moderna.
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