La batalla por el cetro de la economía mundial está pasando factura a las dos superpotencias. El esfuerzo geoestratégico del último lustro y los generosos estímulos fiscales y monetarios para sortear la Gran Pandemia y consolidar con subsidios estatales la transición energética y sus industrias ha acabado encendiendo todas las alarmas en las salas de máquinas de las tres agencias de calificación de riesgos por excelencia en torno a EEUU y China.
Standard & Poor’s fue la más crítica con la promiscuidad prestamista de la banca estatal china hacia sus actores del sector inmobiliario -antes y después de la quiebra controlada de Evergrande- y la displicencia de Pekín hacia el deterioro financiero de los ayuntamientos con sus indigestas deudas acumuladas desde los años previos a la crisis sanitaria. Fitch Rating fue la primera -y la única hasta la fecha- que ha retirado la triple A (AAA) a EEUU, en agosto pasado.
El protagonismo en el tramo final de 2023 le corresponde a Moody’s, la tercera en discordia, cuyos expertos han arremetido contra ambas superpotencias en apenas dos semanas y han puesto bajo revisión…