Hace algunas décadas, Policarpo Díaz, un niño de once años nacido en Guijuelo (Salamanca), ingresaba en el Seminario menor de Calatrava, en la diócesis de Salamanca. Primero, como monaguillo, después, como seminarista. Acabó ordenándose sacerdote y, hasta el año pasado, ejercía como párroco de La Purísima y vicario de pastoral (una especie de número tres de la diócesis). En el seminario, y durante casi una década, sufrió abusos por parte de otro sacerdote, veinte años mayor que él, según ha denunciado. El verano pasado, Policarpo no pudo más, y presentó una denuncia ante el Obispado de Salamanca.El escándalo –que no tiene recorrido en el ámbito civil, al estar prescrito, pero sí en el canónico– fue adelantado este viernes por La Gaceta de Salamanca, y ha sido confirmado a elDiario.es por la diócesis, que a primera hora de la tarde emitía un comunicado en el que confirmaba que hay un “proceso canónico abierto” y que el clérigo acusado “ha firmado su secularización”, es decir, dejar de ser sacerdote. “A pesar de ser un delito prescrito en la legislación española, el obispo puso en marcha el protocolo establecido por la Santa Sede y la Conferencia Episcopal Española para estos casos, escuchando al denunciante. En los meses siguientes, se inició una investigación previa por un equipo técnico ajeno a la Diócesis de Salamanca”, recalca el Obispado, que confirma que los resultados fueron remitidos “al Dicasterio para la Doctrina de la Fe de la Santa Sede en Roma, y en la actualidad, el proceso continúa abierto a la espera de una resolución”. “En todo momento, el obispo se puso a disposición del denunciante, ofreciendo toda la ayuda necesaria. Y a petición suya, y de acuerdo con el obispo, decidió irse un año fuera de la diócesis, situación que ha sido prorrogada por un tiempo”,…
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