Emanuela Orlandi sigue viva. O, por lo menos, el recuerdo de la adolescente italiana, hija de un funcionario de la Santa Sede, que desapareció sin dejar indicio el 22 de junio de 1983, cuando asistía a la basílica de Sant’Apollinare, en el centro de la ciudad de Roma, a dar clases de música. Cuarenta años después, y tras una lucha titánica de su familia (de forma especial, de su hermano Pietro), el Vaticano acaba de anunciar la reapertura del caso.
En declaraciones a Religión Digital, el portavoz de la Santa Sede, Mateo Bruni, confirma que la reapertura del caso se ha hecho tras percibir solicitudes de la familia por medio de distintos foros de discusión. El último, y el más mediático, ha sido el reportaje La muchacha del Vaticano, emitido este otoño por Netflix. Ahora, el promotor de justicia del Vaticano, Alessandro Diddi, así como la Gendarmería, han decidido reiniciar la investigación sobre la adolescente, cuyo escándalo ha estado presente a lo largo de 3 pontificados.
El objetivo de la reapertura es regresar a examinar todos los expedientes, documentos, informes y testimonios, para revisar que ningún cabo haya quedado suelto en una investigación marcada por las acusaciones de silenciamiento, referencias a la mafia y a la corrupción en el Vaticano.
El trabajo de la justicia vaticana va a partir de los datos amontonados hasta el momento, y se examinarán nuevas y antiguas pistas o rastros que en su día pudiesen haberse desechado, siguiendo todas y cada una de las huellas desde el veintidos de junio de 1983, momento en que Emanuela Orlandi se difuminó mientras que iba a clase.
En la basílica de. Sant’Apollinare está enterrado uno de los cabecillas de la mafia Magliana, Enrico de Pedis, quien conforme algunos testimonios recabados…