Internet lo tiene todo, y además de esto no tiene piedad. Así que no extraña que el planeta digital, que alumbró una nueva forma de meditar el emprendimiento y los negocios —con sus páginas web y aplicaciones, con ese lenguaje infestado de anglicismos y metáforas propias, con esa busca muy frecuente de los inconvenientes y necesidades del mercado—, haya concebido también un camposanto para ellos. En verdad, este campo santo, una plataforma llamada Failory detrás de la que hay un joven argentino, es a su vez una start-up, o empresa renovadora emergente, que se dedica a catalogar los proyectos errados, identificar cuáles fueron los fallos en cada caso y presentar estos informes forenses como contenido para que sirvan a otros emprendedores. “Aprende por qué han cerrado y evita ser parte del 90 por ciento de los negocios que fracasan”, reza uno de los mensajes de la web.
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