Fernando (nombre ficticio) trabaja descargando maletas en el aeropuerto de Madrid-Barajas. En 2016 firmó su primer contrato, de carácter temporal. Después ha estampado su firma en otros muchos con la misma empresa, siempre eventuales. En septiembre de 2022, por primera vez en sus 33 años de vida por aquel entonces, firmó uno indefinido. “Es de fijo discontinuo, pero no he parado de trabajar desde que empecé. Es mucho mejor que estar de temporal, te sientes mucho más seguro. Para la pensión, el paro, esas cosas”, afirma este madrileño, que prefiere no revelar su nombre real para no complicar el tránsito a fijo al uso.
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