Retorna el frío a la economía europea. Solo hay que echar una ojeada al estado de su locomotora. Alemania es de nuevo el enfermo de Europa con una crisis que le golpea por muchos frentes y que ha puesto en evidencia las fragilidades de su modelo de crecimiento: la crisis energética e industrial tras retirarle el dopaje del gas ruso barato; las contrariedades de su estructura exportadora agravadas por los males de China; un déficit demográfico que la deja sin trabajadores; la carencia de infraestructuras, consumo privado y tecnología puntera; la necesidad del automóvil de amoldarse a las exigencias verdes… Alemania sufre, e Italia y Holanda ya cayeron en el segundo trimestre. El deterioro de la industria europea empieza a trasladarse a los servicios. Además de esto, las subidas de tipos buscan domeñar la inflación ahogando la actividad a través de un incremento de la carga financiera y la restricción del crédito y la inversión.
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