La primera economía mundial ha inaugurado una nueva era productiva. Como en cualquiera de las precedentes -a la más reciente, la digital, se le llamó la Revolución Industrial cuarenta-, está asentada sobre un maná de recursos públicos; bien a fondo perdido o a la espera de su inminente o más pausada privatización.
EEUU construye factorías a un ritmo insólito, con la incalculable ayuda de la Inteligencia Artificial. Esta tecnología aporta la velocidad y eficacia que requiere la puesta en competición de centros operativos que deben catapultar la transición energética, protagonizar la reconversión industrial cara una economía verde, terminar con el abastecimiento manufacturero de su rival geoestratégico chino y solventar las intensas perturbaciones logísticas, comerciales y de las cadenas de valor que han caracterizado el ciclo de negocios blog post-Covid.
EEUU está en obras y ha vuelto a apostar por los negocios fabriles. En abril, la tasa interanual de gastos de construcción de factorías rozó los ciento noventa millones de dólares estadounidenses, lejos de los noventa que registró en junio de 2022, según datos de la Oficina del Censo americana dependiente del Departamento de Comercio que corroboran que la fiebre por la reanimación de la industria…