La demografía condiciona los grandes debates en Europa. La creciente esperanza de vida en la UE (setenta y siete con seis años en dos mil uno y 80,1 en 2021) y la menguada natalidad (uno con cincuenta y siete nacimientos de media por mujer en dos mil diez, en frente de los 1,5 de 2020) son factores claves al analizar la carencia de mano de obra en ciertos ámbitos o los cambios de consumo. Pero, quizá, el tema más perjudicado por esta pinza demográfica —que padece en mayor o menor medida todo el continente— sean las pensiones, el pilar más robusto del Estado de bienestar. Los mayores de 65 años representaban en 2019 el veinte con cuatro por cien de la población de la UE y la Comisión Europea estima que en dos mil cincuenta serán el 29,6 por ciento . Ante estas cantidades, la intensa charla pública sobre las pensiones lleva múltiples años instalada en Europa, pero en los últimos meses han aumentado los decibelios.
Seguir leyendo