La Unión Europea termina la legislatura de todas las crisis: los coletazos de la recesión económica; la pandemia de covid-19, que ha dejado una sociedad marcada, y la guerra de Rusia contra Ucrania, que ha derribado la arquitectura de seguridad del continente y ha conducido a una de las mayores metamorfosis para el proyecto europeo: mayor integración y avance hacia el rearme. Y la acaba con las elecciones al Parlamento Europeo más importantes de su historia. Los comicios, del 6 al 9 de junio en los 27 Estados miembros serán un plebiscito para el futuro de una UE amenazada desde fuera, pero también desde dentro —por los populismos, el euroescepticismo y los ultras; pero también por la desigualdad, la desconexión de las élites y las crisis de elementos sociales básicos, como la vivienda— y temerosa de perder el viaje de la competitividad y pasar a la irrelevancia si no acomete reformas.
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